Vivamos Estos Cuatro
1. Ama a tu enemigo
2. Bendice a quienes te maldicen
3. Haz bien a quien te aborrece
4. Ora por quien te persigue
Mateo 5:43-45 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros
enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos
e injustos.
Cuando Jesús comenzó su ministerio se dedicó a enseñar el evangelio, y a sanar a los enfermos por toda Galilea.
Desde el capítulo 5 hasta el 7 de Mateo, Jesús enseñó unos temas importantes y prácticos para los judios, y para nosotros.
Uno de los temas más importantes en la iglesia tiene que ver con el amor.
No solo estamos llamados a amarnos unos a otros, sino que también estamos llamados a amar al prójimo.
El cristiano nunca debe tratar a ninguna persona como enemigo, y menos permitir que el odio entre en su corazón.
Levítico 19:18 No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.
El corazón del A.T. es amar a Dios. Deuteronomio 6:5 Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.
Gálatas 5:14-15 Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros.
Hoy no vivimos bajo la ley de Moisés, vivimos bajo la gracia de Cristo. Y vivir en Cristo nos capacita para amar a los demás.
Proverbios 24:17 Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes, Y cuando tropezare, no se alegre tu corazón
Proverbios 15:1 La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor.
1 Pedro 3:9 no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.
Romanos 12:20-21 Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.
